26 de marzo de 2012

La división sexual de los pareceres



A Marcia le encantaba sentarse bajo su araucaria favorita. Todas las tardes, en especial aquellas de primavera y verano, iniciaba junto a su hermana Mailén el ritual de posarse debajo de su venerado árbol y pasar allí horas y horas, hasta que la luz de la noche y los deberes domésticos les indicaban que ya era tiempo de volver a casa.
Marcia siempre decía que fue la araucaria la que la eligió, que a ella no le había quedado otra opción que admirarla. Ella y su hermana se habían vuelto cómplices allí; la araucaria había logrado unirlas. Lo cierto es que debajo de ese árbol las hermanas encontraron un pequeño refugio donde compartir alegrías, tristezas, chismeríos, amoríos y confidencias. Años después, Marcia lo describiría como el lugar exacto donde conoció la felicidad. Fue breve, según lo explicó, pero muy intenso.
Mailén solía llevar su flauta y tocar aquellas canciones pueblerinas que su abuela Azubeli les cantaba de niñas. Cada vez que lo hacía, a Marcia las lágrimas le brotaban por sus ojos y le decía a su hermana: “Mailén no recuerdo ya la voz de la abuela, rememoro sus canciones, pero pese a todos mis esfuerzos, no logro recordar su voz”. Esto a Marcia la inquietaba. Su abuela había sido una figura muy fuerte en la infancia de las niñas, y para ella, haber perdido en su memoria la voz de Azubeli, era sinónimo de haber permitido que el olvido se haya adueñado de lo más preciado de su temprana vida: las canciones de la vieja vasca.
Una tarde, mientras se ponían al corriente de las últimas novedades del pueblo, como el casamiento de los Márcico y la separación de los Almendi, Mailén le comentó a Marcia lo que había escuchado en la panadería de Carmencita. “Parece ser que el Alberto Ramírez dejó embarazada a Rosalía Ventruosco. Pero eso no es todo. Según comentó la Ramona, Rosalía tiene intenciones de tener al hijo sola y no quiere casarse con Alberto. ¿Lo podés creer? ¡Esa mujer está loca! ¡¿Tener al hijo sola y en este pueblo?! No sabe lo que hace”- sentenció Mailén.
_“Yo sí creo que sabe lo que hace”- afirmó Marcia.
_“Lo que me extrañó fue el comentario de Don Tulio, el esposo de Carmencita. Según el panadero, es mejor que lo tenga sola al hijo, total el Alberto no es bueno para nada. Más complicaciones le traerá el tenerlo como marido, que si se libra de él. Pero, dejar a un niño sin padre, ¿dónde se ha visto Marcia?”-preguntó asombrada Mailén.
_“¡Tampoco me parece tan terrible che! ¿Por qué Rosalía no puede ser madre soltera? ¿Dónde está escrito que una mujer deba casarse cuando está embarazada? ¿En el manual de usos y costumbres del pueblo? Mejor que no se case, al menos así se ahorra las discusiones y peleas que trae aparejado cualquier matrimonio. Además, no es que por no casarse, deje sin padre a su hijo”.
_ ¡Ay Marcia por favor! ¡Ya te parecés a las feministas de las revistas que lee la Teresa! Esas que se la pasan despotricando contra los hombres y resulta que son todas unas rencorosas, resentidas, arrugadas y malhumoradas. ¿Vos querés terminar así, eh?
_¡Ay no exagerés hermanita! –replicó Marcia. Pero, ¿no hay veces que creés que existe una división sexual de los pareceres? Es como si hombres y mujeres no pensáramos del mismo modo.
_¿Qué decís? ¡Sí Marcia, ellos son de Marte y nosotras de Venus!- ironizó Mailén.
Marcia río y río. Luego de eso, se abrazó al tronco de la araucaria, lo llamó a su perro Dasán para que se recostara junto a sus pies, y comenzó a cantar una de las canciones de Azubeli: “Dios las tenga bien guardadas y protegidas. Dios sepa cuidarlas bien. Aquellas mujeres de rostros sublimes que el tiempo sepultó en su haber. Cuídalas Señor mío, no dejes que su honor se manche otra vez. Protégelas del rencor y del olvido, déjalas dormir en paz esta vez”. Por un instante, Marcia creyó recordar la voz de Azubeli. Pero la fugacidad del momento no imprimió el recuerdo en su memoria, y como si jamás la hubiese escuchado, volvió nuevamente a añorar la voz de su abuela. Algún día la recordaría, de eso estaba segura.


Eneka Etxea

19 de marzo de 2012

¿Shockeados?

En 2009 pude ver en el festival de San Sebastián el impactante y desazonador documental The shock (La doctrina del shock), codirigido  por Mat Whitecross y  el polifacético y siempre interesante Michael Winterbottom. 2012, lo vuelvo a ver, me parece de una actualidad aplastante, la historia continúa.

El documental está basado en el libro La doctrina del shock: el auge del capitalismo, de la periodista canadiense Naomi Klein, muy conocida por su obra No logo. El documental sigue fielmente el ensayo de Klein donde se recorre la historia B de la genealogía del libre mercado y como esta ha impuesto sus reglas sobre lo social, sobre lo público. La obra propone una tesis contundente pero ilustrada claramente con hechos de la historia reciente: el capitalismo se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico. Las sociedades debilitadas por situaciones de estrés, miedo y desconcierto ceden al recorte de  derechos e intereses, antes impensable e intolerable. El miedo es el guante que noquea a las sociedades y legitima que decidan por nosotros. Nos dicen "no hay remedio", nos hace sentir culpables y ceder por "nuestro bien".

Klein narra  como la tesis económica defendida por el economista Milton Friedman y la Escuela Económica de Chicago, el “capitalismo del desastre”, ha instado a diferentes gobiernos a aprovechar los períodos de crisis económicas, guerras y desastres naturales, para saquear los intereses públicos y dar vía libre a la desregulación de la economía. Del Chile de Pinochet al 11-S, del Katrina a Irak, el documental rastrea las conexiones existentes entre sociedades amedrentadas por sus circunstancias (reales o construidas) y la implementación de medidas de privatización estatal y desregulación financiera.

Desde luego, la situación europea daría para un nuevo capítulo o epílogo. Los datos económicos que constantemente nos llegan alimentan nuestros fantasmas. Tenemos miedo. Miedo a perder nuestro trabajo. Miedo a perder lo que tenemos. Miedo a un futuro incierto. El miedo inmoviliza. Nos dicen que hay que recortar, que no hay otra opción para salvar el barco que soltar lastre.

No obstante, esta narrativa del miedo nos empieza a resultar menos sorprendente. Ya les hemos visto el cobre. La historia reciente es prolija en los desmanes de estas políticas. Queremos acciones reales contra la crisis, no ser la carne de cañón para los delirios de grandeza de las oligarquías. Nosotros somos el capitán del barco, imprescindible no olvidarse de trazar una hoja de ruta común.

Viridiana

12 de marzo de 2012

Civiles desobedientes


Esta foto se publicó en la portada de la Vanguardia y del New York Times el día 1 de marzo de 2012. La instantánea muestra la agresión a una entidad bancaria que tuvo lugar  a propósito de  la manifestación de estudiantes en Barcelona del día anterior.

Gran símbolo. El fotógrafo ha dado en el clavo con esta imagen.  Enfrentamiento fortuito entre un joven encapuchado participante en la manifestación que ha roto el cristal de la oficina violentamente, contra ...“el tío de la vara”,  es decir,  un envalentonado empleado de banca que se enfrenta sin dudar a este mozuelo, sin otra arma que no sea el palitroque que porta en la mano derecha.  Seguro le han condecorado con la medalla de empleado del mes,  no podría ser de otra manera pues ¿Qué asalariado arriesga hoy en día su integridad física por la empresa?

Frente a frente,  dos polos opuestos que se atraen.  El careo entre las partes de la crisis. Dos púgiles combatientes: a un lado del cuadrilátero ciudadanos que han cruzado la frontera de la indignación para instalarse en la ira,  al otro lado, el poder financiero que defiende su feudo (propiedades  y  apropiaciones, leyes y  condiciones).

Al día siguiente en los mentideros la mayoría no estaba de acuerdo con estos jóvenes insurrectos.  La gente prudente decía no admitir formas violentas de protesta. En cambio otros, algo tímidos pero cada vez más numerosos, se acordaban de los tiempos de la revolución francesa mascullando por lo bajini.

Que el panorama europeo es desolador ya lo sabemos,  media Europa intervenida y la otra media secuaz.  Los griegos ya han cruzado la frontera de la ira y la pregunta es ¿Cuánto aguantará la sociedad española antes de que se encienda la mecha?  ¿Está justificada la desobediencia  civil? ¿Llegaremos al conflicto social?

Henry D. Thoreau dijo “No habrá nación libre hasta que el Estado reconozca al individuo como ente superior del que deriva toda su autoridad y lo trate en consecuencia”

Nuestra constitución establece que la soberanía reside en el pueblo (Risas), pero estaremos  todos de acuerdo que nuestra democracia actual es un barco con muchos agujeros en su casco y que el individuo no es un ente superior sino un ente ignorado. Así las cosas, surgen movimientos de desobediencia civil que no comportan en absoluto deslealtad  frente a la democracia, sino que son una forma activa de participación política. Es la movilización necesaria para ayudar a que las cosas cambien en un sistema con demasiado colesterol.  Que estos movimientos utilicen la violencia o no, dependerá de lo lleno que esté el vaso.

Mahatma Gandhi, al sublevarse  contra el colonialismo inglés luchando por la independencia de la India, puso en práctica varias formas de protesta, entre ellas, la desobediencia civil y la   no – violencia como manera de luchar frente a lo que consideraba prácticas y normas injustas que la ciudadanía, decía, no tenía el deber de obedecer.

“La desobediencia civil no es sólo un deber moral en tales o cuales circunstancias, sino un derecho intrínseco del ciudadano. Este no puede renunciar a tal derecho sin dejar de ser hombre y puesto que, a diferencia de la desobediencia criminal, la desobediencia civil no comporta anarquía sino crecimiento social, siempre que el estado reprima la desobediencia civil lo que en realidad está haciendo es tratar de aprisionar la conciencia”


Ultramarinos Bodeler 

5 de marzo de 2012

Así los imaginé, así los retraté...

Hesíodo, poeta griego, siglo VII a.C.

Fue en Ascra, mientras cuidaba a su rebaño de ovejas, cuando todo lo imaginó. Intrigado miraba al cielo, en búsqueda de respuestas al origen de tal perfección. Aquel cosmos deslumbrante escondía más de una razón, por ello fue heroica su proeza y ambicioso su corazón. En su afán de desmontar los hilos del universo, contra viento y marea, él se embarcó. Los dioses agradecidos, inmortalidad le obsequiaron. Y él sin sospecharlo, en un gran poeta se convirtió.


Rafael Cansinos Assens, escritor español, 1882-1964.

Ocurrió una tarde. Rafael estaba leyendo unas cartas enviadas por su tío desde allende los mares, cuando la duda asaltó sus pensamientos. ¿De dónde provenía su apellido? ¿Hasta dónde se adentraban las ramas de su árbol genealógico? Inquieto y perseverante, se dedicó en alma y vida a husmear en sus orígenes sefardíes. La búsqueda de su propia identidad lo llevaría por los mágicos caminos de la literatura. Antes de recuperar la memoria judía española, él sabía que debía descubrir su propio talmud.


Ernest Hemingway, escritor y periodista estadounidense, 1899-1961.

Ring Lardner Jr. jamás imaginó que iría a la guerra. Sin embargo, lo hizo. Disfrazado de Ernest Hemingway, se embarcó hacia Europa en defensa de los valores humanitarios que desde pequeño profesó. La guerra dejaría en él profundas huellas, que lo acompañarían hasta el último de sus días. Apasionado e intenso, quiso vivir la Historia y formar parte de ella. Ya no se contentaba con escribirla y por ello, se propuso vivenciarla. Es por ti querido amigo, por quien hoy doblan las campanas.


Miguel de Cervantes Saaverdra, escritor español, 1547-1616.

La mano le dolía, y mucho. Pero, Miguel continuaba escribiendo. Horas y horas se pasaba frente a un pedazo de papel imaginando disparatadas proezas y aventuras, dignas del más locuaz caballero. Los años en cautiverio fueron duros y cruentos. Sin embargo, él supo crear un mundo paralelo, aquel que le permitió fugarse de aquella condenada existencia. Sus poesías nunca llegaron a buen puerto, pero el “Manco de Lepanto” junto con su más famoso invento, se las ingenió para escapar bien lejos, hacia la tierra de lo fantasioso e incierto…


Laurencia Melancolía



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