29 de julio de 2013

FUIMOS


Culpas ajenas y propias,
recuerdos nítidos y sombríos,
instantes robados e imaginados,
oscuros llantos y tristes suspiros.

Verdes anhelos y sonrientes momentos,
ansiados abrazos e intensos besos,
preciados roces y aclamados encuentros,
húmedos lazos y fervientes deseos.

La vida fue corta y eterna.
La muerte, fugaz y placentera.
Pero, mientras la desdicha
se tornaba cierta,
el gozo se iba diluyendo.

Queda atrás el sendero
y de frente el infortunio.
¿Quién dijo que este artilugio
fue tan solo un invento?


Equinoccia Balmes



22 de julio de 2013

La canción de Juan Perro


La Canción de Juan Perro ha cumplido 25 años. Ahí es nada. Todo eso ha llovido ya y volver a escucharla  es una subida de adrenalina, reencontrarse con muchas sensaciones arrinconadas en algún lugar de la memoria, una reverencia ante una obra por donde el tiempo no sólo no ha pasado sino que ha hecho emerger nuevas lecturas y cauces.
Celebramos un aniversario y la reedición del mítico disco de Radio Futura junto con un CD con sus maquetas y otro con un concierto de la gira de presentación. Celebramos esta fiesta de música, rock y fusión. Un atrevimiento y un acierto: el de ensanchar las fronteras hibridando la vanguardia con los sonidos populares. La influencia negra, latina bailando con las guitarras futuristas de Enrique Sierra. La voz jugosa y profunda de Santiago Auserón, alter ego de Juan Perro, dibujando historias en el aire. El bajo de Luis Auserón guiando nuestros pasos hacia el baile.
Desde mi punto de vista es el disco más vibrante de la banda, cálido y cercano, de una rica sonoridad que se impregna en la piel y en los huesos. Un universo atravesado por un sinfín de referencias literarias, musicales y ensoñaciones. La Canción  de Juan Perro, es una isla sonora donde refugiarnos, donde nutrirnos de este son poliédrico.
Escucha estas canciones. Con los ojos abiertos o cerrados. Meciéndote o bailando desenfrenadamente. Rodeado de la tribu o en la soledad del viaje. En cualquier orden. Múerdelas y huélelas. Imposible escoger una entre todas ellas. Cada una de ellas, una película, una historia esperando el play, índigenas de esa isla sonora.
A cara o  cruz:
 
Lluvia del porvenir:
 
La negra flor:
 
37 grados:
 

Viridiana

15 de julio de 2013

Life on mars


Las minas de Riotinto, ubicadas en la provincia de Huelva, tienen mucha solera. Ya en la Edad del Cobre se inició su explotación. Tartessos, fenicios y romanos encontraron en sus entrañas preciados minerales que hicieron relucir ajuares y propulsaron civilizaciones.
 
 


 
 
Transcurrieron los siglos y esta tierra lejos de mostrar cansancio no quiso perder protagonismo: tiene el honor de ser la cuna del fútbol español. En el año 1873 comenzó  a practicarse el fútbol por parte de los británicos que llegaron para explotar las minas. En 1878 se creó el “Club inglés”, el Rio Tinto Foot-Ball Club. Once años después se creó otro club, el “Huelva Recreation Club”, el actual Recreativo de Huelva.
Se produjo el cierre de las minas en 2000 por falta de rentabilidad. No obstante, la revalorización actual de los metales, especialmente el cobre, han abierto nuevas expectativas para las minas, volviendo a despertarse de este breve letargo. Pero el  Río Tinto, aún guardaba más jugadas magistrales. 
 





 
 
El intenso color rojo del río es debido a la meteorización de minerales que contienen sulfuros de metales pesados, hierro principalmente,  procedentes de los yacimientos a lo largo del curso del río. En un hábitat tan contaminado parecería que cualquier tipo de vida sería incompatible. Pero no es así, existen unos microorganismos que  subsisten a base de los compuestos químicos y minerales presentes bajo la superficie, sin ninguna interacción con el exterior, esto es sin oxígeno. En el  año 2003, la NASA escogió este particular ecosistema para estudiar su posible similitud con el ambiente del planeta Marte. Se puso en marcha el Proyecto M.A.R.T.E (Experimento Astrobiológico de Tecnología e investigación para Marte).  El objetivo: encontrar formas de vida extremófilas en el subsuelo del río Tinto y desarrollar tecnología para ser utilizada en la búsqueda de vida en el subsuelo de Marte. El experimento confirmó  la posibilidad apuntada de que determinados tipos de organismos pueden sobrevivir bajo las restrictivas condiciones del planeta Marte, sin existencia de oxígeno.
El interior de las Minas de Río Tinto no deja  de sorprender y compartir sus extraños frutos.   El río, en las noches claras , observa a su hermano planeta rojo, a veces un reflejo, a veces una quimera. Life on mars, tan cerca y tan lejos.
 
Viridiana, texto y fotografía

8 de julio de 2013

Retazos de una infancia feliz


E. cocinando sus bizcochuelos, mientras desde su balcón la cancha de River brillaba con todo su esplendor. A cada rato, correr hacia la otra punta para ver pasar el tren, con los patines puestos, para no estropear el parquet.
P. y sus salidas al Jardín Botánico, su manzana cortada en finas rodajas mientras veíamos la novela de la tarde. La vecina ideal para jugar a tomar el té.
Es. y sus coliflores, que impregnaban de náuseas toda la casa. Su acento asturiano en aquel tango que cuando caminábamos rumbo a la avenida Maipú, siempre cantaba.
M. y sus dulces sonrisas, amor a la docencia en estado puro. Tal vez, fue ella quien germinó los frutos que hoy siembro.
B. y sus bailes nocturnos. El pasodoble de fondo y las aburridas salidas a hacer los mil y un trámites. Conferencias, agradecimientos y puestos honoríficos. Arquitectura doméstica con taladro en mano. Modelo de mujer difícil de encontrar.
J.M. y sus locas ocurrencias. La siesta obligada de cada fin de semana y los paseos por los bosques de Palermo. Amigos infinitos y perdurables en el tiempo, carisma en su máxima expresión.
La casa impoluta e inmóvil de N. Los juegos en el Pumper de la esquina y las anécdotas que venían desde el otro lado del río.
J. y su cocodrilo inflable. Los lápices Caran d’Ache que embellecían hasta el más torpe de los dibujos. Las vueltas en bici por el laboratorio Roche y el fitito blanco que nos llevaba a la escuela.


Todos y cada uno de ellos, son eslabones de mi infancia, de mi vida. Momentos sellados en una memoria que se resiste a olvidar. Días y horas gravadas a fuego en cada recoveco de mi alma, siempre listas para activar altas dosis de dopamina que retardan los sobresaltos de la angustia. Son piezas de un puzzle, que se arman y desarman continuamente, reacomodando sensaciones y plasmando identidades. Un pasado que es presente a cada instante, un ayer que remite a un mañana. Personajes de la más vívida de las ficciones. Retazos de una vida que sueña con la inmortalidad.


Laurencia Melancolía


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