Qué
importante que entre nosotros reine la homogeneidad, la uniformidad, la
unanimidad. Amén. El otro, el diferente, sólo podría ser un enemigo. Un
bárbaro. ¿Para qué un curriculum escolar donde se trabaje la interculturalidad,
la diversidad, la inclusión? Todos iguales, en fila, unos detrás de otros.
El
miedo al diferente se ha colado entre las grietas de la historia una y otra
vez, ha sido espoleado con consecuencias horrorosas, ha generado guetos y
exclusión. El miedo al diferente es ignorancia. Ostracismo y oscuridad. Instrumento para el poder y el control social.
¿Os
imagináis un piano con una única nota, de sonido monocorde e invariable? La
música surge donde hay diversidad. La heterogeneidad no solo conforma la
belleza de esta melodía que es “Babel” sino que es una necesidad para el crecimiento y la libertad de las sociedades actuales. ¿Por
qué acaso no somos todos diferentes, raros? Pensamos, sentimos, decimos,
miramos de manera tan diversa… esto es así. Todos de
una forma u otra pertenecemos a una “minoría cultural”, a varias, que se
mezclan y se hibridan, que cambian con el tiempo, que se cuestionan y se
complementan, que se definen por antagonismo. Un calidescopio muy peligroso para el
pensamiento único dado a definir fronteras rígidas e impermeables allí donde hay movimiento, intercambio e intersecciones.
Defender
el derecho a la diferencia y darle protagonismo en el foro social no es negar
los principios universales relativos a la condición humana, no es parapetarse
en el relativismo, en el “todo vale”. El
derecho a la diferencia no niega la necesidad de un marco social de derechos
_y obligaciones _ compartidos, esto es innegociable. El derecho a la igualdad y a la diferencia van de la mano en las sociedades democráticas.
En un panorama global donde cada vez estamos más interconectados, donde se producen influencias complejas y dinámicas, donde se traspasan fronteras nacionales y personales, relegar de los espacios educativos los
contenidos y el reconocimiento de otras culturas, de la desigualdad de género, de
la diversidad en los modelos familiares, de la orientación sexual… no es un tema baladí. La
educación en la tolerancia y libertad es la principal asignatura para la construcción de una
ciudadanía autónoma y democrática. Es un arma poderosa para el cambio y la construcción de sociedades más inclusivas e igualitarias. Y claro está, esto da mucho wértigo al modelo único cultural, con aspiración a ser isla alejada de la fabulosa Babel.
Viridiana
Genial reflexión y aporte!!! un brindis por miradas, colores, acentos, sentimientos, olores, clamores, todotes todes de diversos reversos!!! un abrazo bien sureño!!!
ResponderEliminarGracias Ita!! Besotes enormes
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