El cuerpo en que nací
es una novela de la escritora mexicana Guadalupe Nettel, inspirada en su
infancia, breve en extensión pero inmensa por su calado. Un monólogo en el que
discurren sus recuerdos, su relación con su familia y su entorno, la construcción
de su identidad. Una narradora que encuentra en el espacio de la psicoterapia y de la escritura una forma
de aligerar su equipaje vital, de reconciliarse consigo misma.
Muestra
la infancia como un período de lecturas encontradas: Por un lado, lleno de
descubrimientos y momentos de genuina felicidad. Por otro, de encuentros con realidades llenas de
aristas, con el poder de la mirada del otro. La narradora tiene desde el
nacimiento una limitación en la visión de un ojo que le hace sentirse
diferente, desplazada. Esta percepción de
diferencia, le hace sensible y cercana a las personas que va conociendo en su
periplo entre México y Francia, en su alteridad y desigualdad. Su vivencia de rareza
se enquista en su interior, le hace sufrir, se marca en la piel como una
cicatriz.
Hablar
y escribir, antídotos contra unos recuerdos agridulces e inconclusos. Un mirada
al retrovisor desde la madurez, ¿qué recuerdos permanecen y cuáles otros caen
como livianas hojas otoñales? La aceptación serena de la propia identidad, sin
máscaras:
“Mis ojos y mi visión siguieron siendo
los mismos pero ahora miraban diferente. Por fin, después de un largo periplo,
me decidí a habitar el cuerpo en el que había nacido, con todas sus
particularidades. A fin de cuentas era lo único que me pertenecía y me
vinculaba de forma tangible con el mundo, a la vez que me permitía distinguirme
de él.”
Viridiana
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