Se
accede por una sinuosa forestal. Asomada a un precipicio, desde tiempos
ancestrales, se sostiene con orgullo, desafiando a las inclemencias de la
naturaleza y los vaivenes históricos y administrativos. Unos se fueron sin más
remedio, con melancolía. Otros llegaron después, con vientos más propicios, con ilusión. En 1976 un
pequeño grupo de arquitectos de Guadalajara y Madrid evitaron que el antiguo
ICONA (Instituto de Conservación de la
Naturaleza) procediera al derribo de todos los edificios de la Vereda y de la
vecina aldea de Matallana para reforestar la zona. Este grupo siguió adelante
con su objetivo de preservar el pueblo en su fisionomía original y creó la Asociación
Cultural La Vereda, a la que se
otorgó en concesión libre y pública el arrendamiento del pueblo para proceder a
su rehabilitación y reconstrucción. De esta forma, gracias al tesón y trabajo
de estas personas, La Vereda es, hoy en día, una maravillosa muestra de la
arquitectura negra propia de esta zona con la pizarra negra como elemento
identitario. Los hornos adosados a las fachadas y las chimeneas de pizarra
volvieron a trabajar. Por el valle, se volvió a escuchar el eco de la Fragua. El
agua cantarina volvió a refrescar al ganado que pace desde entonces a sus
anchas.
Sin
duda, la vida en estos pueblos a contracorriente sigue siendo dura y difícil, más allá de una visión
bucólica o escapista de la vida urbanita. Pero, en estos tiempos de usar y tirar, La
Vereda es una apuesta sólida por el trabajo comunitario y la sostenibilidad, de convivencia y
respeto con el entorno. Pero lo mejor, es
visitarla y sorprenderse con su extraña belleza y localización. La Vereda, un pueblo de piedra viva.
Viridiana
Oda al negro, a la arquitectura negra y a la roca viva !!!! cuánta magia desprenden estas piedras !!!
ResponderEliminarA veces se nos olvida que el ser humano es parte de la naturaleza, con todo su artifico y su maravillosa capacidad de modificar el territorio. Reforestar es también un artificio, y borrar la cultura del paisaje, una cultura sustentable por su escala y modo de ser producida, nos va dejando sin rastros de otros modos de vivir, que van siendo lentamente fagocitados por y en pos de un único sistema, hasta que ya nos sea "natural" la vida en el caos metropolitano capitalista. Celebro a los que hacen un esfuerzo para evitarlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestros comentarios, Ita y Misislú! Efectivamente, otras miradas sobre el entorno son necesarias y enriquecedoras. El pensamiento único nos aleja de lo bello, lo único, de la medida humana, de la naturaleza, en definitiva.
ResponderEliminarBesos. Viridiana
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