¿El arte puede ser para todos? A modo de afirmación, lo
recoge el subtítulo de la obra teatral “Mineros”, escrita por Lee Hall (autor del guión de la aclamada película "Billy Elliot") y exhibida en la cartelera teatral de Buenos Aires en esta
temporada 2012.
Interpretada por majestuosos actores de la talla de Darío
Grandinetti, Hugo Arana, Jorge Marrale y Juan Leyrado, entre otros, la obra nos
acerca al mundo del arte abriéndonos la puerta del costado, invitándonos a
espiar aquello que hay subyacente a cualquier expresión artística.
¿Qué significa esto? ¿Qué nos
quiso decir el artista? ¿Qué es el Renacimiento? Se pregunta un grupo de
mineros de la Inglaterra de la década de 1930, mientras escucha con atención las
sofisticadas explicaciones que les da el Profesor Lyon, al cual contratan para
que les dicte un curso de arte con el fin de poder apreciarlo.
Ante tantos cuestionamientos y la insistencia en
descubrir el mensaje oculto detrás de cada cuadro, el Prof. Lyon se da cuenta
que la mejor manera para que sus alumnos mineros puedan apreciar y entender el
arte, es experimentándolo ellos mismos. Y así, los invita a crear sus propias
obras, les da a aquellas manos y cuerpos maltratados por el carbón, la
posibilidad de dibujar y pintar aquel mundo que los rodea.
El duro trabajo en las minas, los elementos decorativos
de sus hogares, sus lugares comunes, salen a la luz en este taller de arte, el
cual genera un espacio de interrogación acerca de sus propias capacidades y
limitaciones y también su forma de ver la vida. Los mineros tienen mucho que decir y a través de sus pinturas, encuentran un canal para expresar todo aquello que durante años pensaron que debían callar.
Pero el Prof. Lyon advierte que sus alumnos tienen una
importante capacidad creadora, es por ello que los alienta a exponer sus obras
y les presenta a una rica mecenas que puede ser la llave para huir de aquel
mundo lúgubre, pesado, insalubre e injusto que los ancla en la mina. Pero no
todos tienen las mismas oportunidades, y la amenaza de romper el espíritu de
grupo, comienza a acechar sus lazos de fraternidad.
La obra de Hall toca una infinidad de temas que son
expresión de nuestra realidad contemporánea: el sistema económico capitalista y
la presión de vivir el tiempo fraccionado en horas de producción, la división
social del trabajo y la lucha de clases, el rol de la educación como termómetro
de las potencialidades, la relación profesor/alumno entendida como un espacio
de retroalimentación, el conocimiento de realidades paralelas que abren la
puerta solamente para una breve estancia, el arte como objeto de consumo de una
élite ilustrada que dirige los cánones de belleza, y la contención que aporta
el grupo de pertenencia cuando el mundo se transforma en un lugar hostil.
Nacer y morir minero pareciera ser más que una profecía, es
una dura realidad que escapa a toda elección posible. El arte de los museos y
las exhibiciones no está hecho para ellos, ellos son mineros que pintan, pero
ante todo, son mineros. Esta idea la reafirma uno de los personajes y la
comparte finalmente el resto del grupo, el cual se ve anclado en un mundo del
cual no puede ni quiere dejar. La clase social se muestra naturalizada y marcada a fuego en la piel. Ser minero ya no es una ocupación, se transformó en una identidad.
En cambio, el Prof. Lyon sí puede elegir y se va a dirigir la
Academia Nacional de Artes de Escocia. Sin embargo, sus alumnos mineros se quedan allí,
en su mina, en aquel lugar que durante tantos años los perfiló, consumió y
perpetró.
Obra sumamente emotiva, conmovedora, reflexiva, excelentemente interpretada por un elenco de lujo y magistralmente dirigida por Javier Daulte, que nos obliga a pensar en el desigual reparto de
los bienes simbólicos dentro de la sociedad, en las fronteras invisiblemente
tan marcadas que nos hacen quedar sometidos a un tiempo y a un espacio que nos
encasilla e inmoviliza, y en el arte, como expresión de aquel lenguaje que nos hace humanos.
Es que el arte comunica y humaniza a la vez, pero ante
todo, nos recuerda aquella faceta que el capitalismo se empeñó en desterrar de
nuestros cuerpos: la capacidad de crear con nuestras propias manos y herramientas. Pareciera que hace tiempo que olvidamos cómo era eso de sentirnos dueños de aquello que producimos, de sentirnos parte de aquello que sale
de nuestras mentes y espíritus.
Y es por ello que el mundo de las galerías y la
prometedora vida de artistas no les resultan nada atractivos a los mineros. Hay algo
del cual ellos no se quieren despojar, algo que necesitan hacerlo suyo: el carbón
para el patrón y su arte, para el grupo.
Eneka Etxea
Grande Grandinetti e importante reflexión! El arte está en nuestras manos, no dejemos que nos digan por donde transitar. Ojalá podamos disfrutar la obra por tierras gallegas!
ResponderEliminarEstense atentos porque seguramente irán por España !!! si no es a fin de este año, irán el próximo. Pero es una obra que promete y estará un largo tiempo en cartel (al menos eso auguramos!!!). Y sí Lou, a no olvidarnos que todos somos capaces de expresar aquello que sentimos y pensamos, solo falta animarnos y encontrar la vía que más nos satisfaga !!!
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