9 de julio de 2012

Anclados en la mina


¿El arte puede ser para todos? A modo de afirmación, lo recoge el subtítulo de la obra teatral “Mineros”, escrita por Lee Hall (autor del guión de la aclamada película "Billy Elliot") y exhibida en la cartelera teatral de Buenos Aires en esta temporada 2012.
Interpretada por majestuosos actores de la talla de Darío Grandinetti, Hugo Arana, Jorge Marrale y Juan Leyrado, entre otros, la obra nos acerca al mundo del arte abriéndonos la puerta del costado, invitándonos a espiar aquello que hay subyacente a cualquier expresión artística.
¿Qué significa esto? ¿Qué nos quiso decir el artista? ¿Qué es el Renacimiento? Se pregunta un grupo de mineros de la Inglaterra de la década de 1930, mientras escucha con atención las sofisticadas explicaciones que les da el Profesor Lyon, al cual contratan para que les dicte un curso de arte con el fin de poder apreciarlo.
Ante tantos cuestionamientos y la insistencia en descubrir el mensaje oculto detrás de cada cuadro, el Prof. Lyon se da cuenta que la mejor manera para que sus alumnos mineros puedan apreciar y entender el arte, es experimentándolo ellos mismos. Y así, los invita a crear sus propias obras, les da a aquellas manos y cuerpos maltratados por el carbón, la posibilidad de dibujar y pintar aquel mundo que los rodea.
El duro trabajo en las minas, los elementos decorativos de sus hogares, sus lugares comunes, salen a la luz en este taller de arte, el cual genera un espacio de interrogación acerca de sus propias capacidades y limitaciones y también su forma de ver la vida. Los mineros tienen mucho que decir y a través de sus pinturas, encuentran un canal para expresar todo aquello que durante años pensaron que debían callar.
Pero el Prof. Lyon advierte que sus alumnos tienen una importante capacidad creadora, es por ello que los alienta a exponer sus obras y les presenta a una rica mecenas que puede ser la llave para huir de aquel mundo lúgubre, pesado, insalubre e injusto que los ancla en la mina. Pero no todos tienen las mismas oportunidades, y la amenaza de romper el espíritu de grupo, comienza a acechar sus lazos de fraternidad.




La obra de Hall toca una infinidad de temas que son expresión de nuestra realidad contemporánea: el sistema económico capitalista y la presión de vivir el tiempo fraccionado en horas de producción, la división social del trabajo y la lucha de clases, el rol de la educación como termómetro de las potencialidades, la relación profesor/alumno entendida como un espacio de retroalimentación, el conocimiento de realidades paralelas que abren la puerta solamente para una breve estancia, el arte como objeto de consumo de una élite ilustrada que dirige los cánones de belleza, y la contención que aporta el grupo de pertenencia cuando el mundo se transforma en un lugar hostil.
Nacer y morir minero pareciera ser más que una profecía, es una dura realidad que escapa a toda elección posible. El arte de los museos y las exhibiciones no está hecho para ellos, ellos son mineros que pintan, pero ante todo, son mineros. Esta idea la reafirma uno de los personajes y la comparte finalmente el resto del grupo, el cual se ve anclado en un mundo del cual no puede ni quiere dejar. La clase social se muestra naturalizada y marcada a fuego en la piel. Ser minero ya no es una ocupación, se transformó en una identidad.
En cambio, el Prof. Lyon sí puede elegir y se va a dirigir la Academia Nacional de Artes de Escocia. Sin embargo, sus alumnos mineros se quedan allí, en su mina, en aquel lugar que durante tantos años los perfiló, consumió y perpetró.




Obra sumamente emotiva, conmovedora, reflexiva, excelentemente interpretada por un elenco de lujo y magistralmente dirigida por Javier Daulte, que nos obliga a pensar en el desigual reparto de los bienes simbólicos dentro de la sociedad, en las fronteras invisiblemente tan marcadas que nos hacen quedar sometidos a un tiempo y a un espacio que nos encasilla e inmoviliza, y en el arte, como expresión de aquel lenguaje que nos hace humanos.
Es que el arte comunica y humaniza a la vez, pero ante todo, nos recuerda aquella faceta que el capitalismo se empeñó en desterrar de nuestros  cuerpos: la capacidad de crear con nuestras propias manos y herramientas. Pareciera que hace tiempo que olvidamos cómo era eso de sentirnos dueños de aquello que producimos, de sentirnos parte de aquello que sale de nuestras mentes y espíritus.
Y es por ello que el mundo de las galerías y la prometedora vida de artistas no les resultan nada atractivos a los mineros. Hay algo del cual ellos no se quieren despojar, algo que necesitan hacerlo suyo: el carbón para el patrón y su arte, para el grupo.

Eneka Etxea

2 comentarios:

  1. Grande Grandinetti e importante reflexión! El arte está en nuestras manos, no dejemos que nos digan por donde transitar. Ojalá podamos disfrutar la obra por tierras gallegas!

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  2. Estense atentos porque seguramente irán por España !!! si no es a fin de este año, irán el próximo. Pero es una obra que promete y estará un largo tiempo en cartel (al menos eso auguramos!!!). Y sí Lou, a no olvidarnos que todos somos capaces de expresar aquello que sentimos y pensamos, solo falta animarnos y encontrar la vía que más nos satisfaga !!!

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