Se acerca el día compañeros. De hecho, ya estamos metidos en pleno espíritu navideño. Id haciendo gárgaras porque el sábado toca comer polvorones hasta reventar. Son días de amor sí, pero amor al consumismo compulsivo. De ir a la caza del mejor regalo para primos, padres, cuñados, suegras. Y eso no es fácil, lo sé. Se necesita mínimo dos meses de entrenamiento en el gimnasio para poder soportar las colas infinitas, para poder sortear a la gente por las callejuelas del centro de las ciudades, para poder aguantarte las ganas de empujar a la señora mayor (vulgarmente: vieja con rulos permanentados) que pretende colarse en el Corte Inglés.
Pero no todo va a ser negativo en estas fechas. Nos quedan las cenas, comidas y vuelta a comer con la familia, los amigos y los compañeros de trabajo. Acabar doblados de tanto marisco y cordero. Comprad Almax en la farmacia. Y, ¿qué me decís del momento zambomba y villancicos? ¿Se os ocurre algo más entrañable? Ese instante en que tu cuñada, peinada para la ocasión con un lazo dorado enorme en el moño, te agarra con fuerza mientras jura que el lazo es de la colección de invierno de Versace. Tú sabes que miente porque lo has visto en el escaparate del chino de la esquina, pero da igual, ella te agarra como si le fuera la vida en ello y te anima para entonar el Fum, Fum, Fum, hacia Belén va una burra rín rín, yo me remendaba, yo me remendé. ¡Maravilloso!
No ha lugar a discutir sobre las drogas que tomaron los autores de las letras de los villancicos, sólo hay que dedicarse a cantar y cantar. Pero si queréis ir para nota, un consejo: comprad una botella de anís del mono y ensayad ritmillos pintorescos con una cucharilla de café, ¡qué bonito esto de la Navidad!! ¡Se me saltan las lágrimas de pensarlo!
Luego están las familias modernas que cambiaron las jotas, versos y demás coplillas populares tan propias de mi casa en estas fechas, por el karaoke de la play station. Ahora en vez de discutir por temas de tierras o Urdangarín o herencias o el vestido de la cuñada a conjunto con el lazo, las familias se pelean por coger el micro y cantar la canción de Raphael “Hoy puede ser mi gran noche”.
En fin, un poco de seriedad por favor, al fin y al cabo, estos días los inventaron para el recogimiento religioso. Con tanto jolgorio lúdico, nos hemos salido del redil y hemos olvidado que el principal motivo de tanta celebración es el catolicismo y sus fechas sagradas del calendario. La liturgia de una religión cada vez más licuada pero muy presente e incluso aún beligerante en muchos países del mundo. Por eso, para estos días, os invito a ver una película. No es Ben-Hur, ni Moisés, ni la vida bíblica de Jesucristo, que también tienen su gracia, no digo que no. Mi película se llama INCENDIES.
Es un filme canadiense de 2010, cuyo director, Denis Villeneuve, pretende retratar de manera excelente pero muy particular el conflicto entre pueblos y la crueldad infinita a la que conduce el fanatismo religioso y la fe ciega en las ideas. Es la historia de dos gemelos que tras la muerte de su madre tienen que cumplir su última voluntad. Para ello tendrán que viajar a algún lugar de Oriente Medio y descubrir su verdadera historia, un pasado marcado por el odio y la guerra.
Espero que el cine contribuya a enseñarnos que ni los fanatismos, ni demás -ismos son salida para conseguir el amor que predicamos en estas fechas. El amor y la paz se consiguen con tolerancia y sin egoísmos, hermanos, comprendiendo más los problemas del prójimo y de los pueblos del mundo. Amen. Pero, cómo no, también disfrutando de las veladas con familias y amigos aunque se pongan lazos dorados en el moño y desafinen con Raphael.
¡¡Que para el 2012 sigamos cantando villancicos y hagamos de este mundo un lugar un poco menos ciego y algo más justo. FUM, FUM, FUM!!
Ultramarinos Bodeler
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