12 de noviembre de 2012

El discreto encanto de Tony Soprano.


La familia de Tony Soprano no es una familia cualquiera. Tony S. tiene que compatibilizar ser el cabeza de un clan mafioso de New Jersey y su vida doméstica. Un difícil equilibrio que lo tambalea y le angustia en muchas ocasiones. 

Tony S. tiene vocación de padre y marido ejemplar, pero es pródigo en infidelidades y contradicciones. Es un hijo subyugado por una madre castrante y los deberes de la cultura italoamericana, pero un líder que dirige con mano de hierro. Es un amigo cercano. Un enemigo implacable. Inteligente. Agresivo. Violento. Capaz de conmoverse por la pérdida de un animal pero que no se amilana si alguien invade su espacio. Todo al mismo tiempo. Tony S. es un personaje ambiguo, amoral, no obstante, genera una corriente de simpatía preocupante.
La disección de sus pensamientos, sueños, amores y odios, miedos e incertidumbres le hacen un personaje carismático y cercano.  Una de las líneas narrativas más poderosas y esclarecedoras de la serie son sus encuentros con la psicoterapeuta Jennifer Melfi. Todo lo que en este espacio terapéutico se aborda tiene un  gran calado universal: Identidad, miedo a la muerte, desesperanza, conflictos familiares, problemas de comunicación, relaciones sociales. Asimismo, los dilemas  de la doctora, son los mismos que tenemos como espectadores. ¿Estamos ante una persona con posibilidad de redimirse? ¿Qué es lo que nos fascina de un hombre asocial?
Pero ante todo, Los Soprano es un tratado de la violencia, de la lucha por el poder. Una historia antigua contada en nuevos escenarios. En Los Soprano, los temas shakesperianos y freudianos van de la mano y nos abren una ventana a la complejidad. La serie no ofrece respuestas,  pero nos lanza las preguntas adecuadas para comprender mejor los resortes del "mal", para ver más allá de la punta del iceberg.


Viridiana

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