Woody
Allen: Un documental, es un tributo
entregado del director Robert Weide al prolífico cineasta. Desde ya confieso mi también
gran admiración por Woody. En el 2011, el documental fue estrenado en formato
televisivo como parte de la serie American Masters del canal
estadounidense PBS (300 minutos en total). Actualmente, se está exhibiendo a
nivel internacional en formato cinematográfico (113 minutos). Tuve la
oportunidad de verlo en la pasada Semana
Internacional de Cine de Valladolid.
¿Pero, qué se puede decir del artista que ya no sepamos?
Al igual que en su película Deconstruyendo
a Harry (donde el protagonista es un escritor “bloqueado” que, durante un
viaje que emprende, se va encontrando con sus personajes de ficción
“encarnados”, confundiendo realidad y ficción) las criaturas que desfilan por
sus historias, parecen un trasunto de su interior, de sus miedos, de sus
mirada, de sus experiencias, de sus obsesiones. Woody Allen se ha convertido en
un personaje en sí mismo, con una idiosincrasia fácilmente reconocible, que el
mismo refuerza, como si de una máscara protectora se tratara. Un personaje que
vive (o sobrevive) en muchas de sus películas, con diferentes caras, como el protagonista de Zelig. Y en el que podemos reconocer
muchos de nuestros tics contemporáneos.
El documental es un repaso de toda su trayectoria
artística, desde sus inicios como humorista hasta la actualidad. Se entrevista a Diane
Keaton, Larry David, John Cusack, Martin Scorsese, Mariel Hemingway, Diane
West, Scarlett Johanson… y al propio Allen. Se
habla mucho de lo artístico y algo de lo personal, incluso se menciona su relación con Mia Farrow y con su hijastra. Se rescatan imágenes y momentos de su
infancia en Brooklyn, de su juventud, de sus primeras colaboraciones como
humorista y de su salto al cine. Y como tras sus primeras experiencias
cinematográficas siente que tiene que ser él mismo el que controle su creación,
sin ingerencias de nadie.
La persona que crea y dirige Coge el dinero y corre, Bananas,
El dormilón es la misma que crea y
dirige Annie Hall, Hannah y sus hermanas, Delitos y Faltas.
Es fascinante esta evolución del humor al drama, de la comedia al retrato
psicológico tan agudo. El documental permite ver y valorar esta maduración, esta
creación de un universo tan particular, tan reconocible, tan rico que tiene en Interiores (1978) su punto de inflexión,
introduciendo el drama y la reflexión existencial profunda en su registro (también es el primer film en el que no actúa). Asimismo, se pone de
manifiesto como un gran creador de personajes femeninos y director de actrices.
Annie Hall es ya un personaje
protagonista en la historia del cine. ¿Pero que decir del duelo interpretativo entre
Gena Rowlands y Mia Farrow en Otra Mujer?
No todas las películas de Woody son de mi agrado,
más en los últimos años, pero ¡son tantas las buenas! Echo en falta esa vena
suya más introspectiva, de valiente buceo en las relaciones personales, en la
incomunicación, en la frustración vital, que tan bien ha sabido retratar y
diseccionar. Aunque no me puedo olvidar de lo mucho que me ha hecho reír con Balas sobre Broadway y Misterioso asesinato en Manhattan. Prefiero no elegir. Y puestos a pedir que
siga haciendo muchas películas, mas después de la impresionante Matchpoint. En el documental se bromea
con la longevidad de su familia, así que tenemos asegurada su incisiva mirada para
rato. Larga vida al maestro y a su inseparable máquina de escribir Olympia.
Viridiana
No hay comentarios:
Publicar un comentario