En un
escenario donde el humor televisivo argentino está en decadencia y casi parece
una especie en extinción, Diego Capusotto y su programa, Peter Capusotto y sus videos (TV Pública, lunes 23.30hs), sale a
flote frente a la tempestad que barrió con buena parte de los grandes cómicos
del país.
Lejos
en el olvido, quedaron figuras como Tato Bores, Enrique Pinti, Jorge Guinzburg,
Alfredo Casero, Antonio Gasalla, entre otros, que iluminaron las pantallas
televisivas de las últimas décadas haciendo gala de su genial humor en clave
política. Algunos de ellos lamentablemente ya no están, pero sus espacios
también quedaron vacíos…ávidos de reemplazos que nunca llegaron y no creo que
por falta de humoristas o de temáticas que engorden los chistes.
Que
en la televisión argentina actual no haya un espacio considerable de programas
humorísticos en los canales de aire es una mala señal que denota una pérdida
esencial para cualquier sociedad que se tilde de democrática: su capacidad de
reírse de sí misma.
Bajo
el relato oficial que sostiene que nos gobiernan dirigentes de “izquierda”, los
tiempos en los cuales nos burlábamos de las ocurrencias y disparates de la
derecha neoliberal parecen haber quedado sepultados en el cajón de los recuerdos
de las épocas nefastas. Esos tiempos y esos chistes según algunos, hoy ya no
tienen demasiado sentido. Como sentido tampoco tiene, pensar que tenemos un
gobierno de izquierda.
Consideraciones
políticas aparte, la falta de humor político en un medio tan popular como la
tv, más que una preocupación, se me aparece como una necesidad. Como un interés
sano y vital para que nuestra cultura democrática siga creciendo sobre sólidas
bases, para que los ciudadanos aprendamos a mirar la realidad desde diversos
puntos de vista, incluso el humorístico.
De
este naufragio, rescato muy especialmente a Diego Capusotto. Este genial
humorista se atreve con todo, parodiando a lo largo y ancho del espectro
político, social y musical, variadas situaciones que más que bizarras, rozan lo
crudamente real. Personajes como Micky Vainilla (un cantante de pop nazi que
odia a los pobres y a los extranjeros), Jesús de Laferrere (un mesías fanático
de los Rolling Stones que esparce su mensaje conciliador con los "caretas" dentro
del conurbano de Buenos Aires), Juan Strasnoy (empleado del Ministerio de
Educación que se avoca a restaurar el lenguaje corrompido por la jerga
utilizada por los jóvenes con métodos bastante violentos), Luis Solari (un cantante que habla de las miserias
nacionales, glorificando la vida en los países del Primer Mundo, donde todo es
mejor) o el American Phsycho Bolche (un yuppie encubierto que enciende su
espíritu sanguinario ante el sonido de música folklórica reivindicativa latinoamericana o fotos
del Che Guevara), entre otros, llaman a la reflexión sobre los estereotipos que
existen en nuestra sociedad y continuamente retroalimentamos.
Ojalá
a este naufrago se le sumen otros más, y poquito a poco, se pueda volver a
reconfigurar aquel espacio que tanto nos dio a la hora de ampliar miradas y
cuestionar verdades que poco y nada tienen de irrefutables.
Vespertina Incrédula
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