30 de diciembre de 2013

Reencuentro




El día en que te fuiste
se pasó una hoja de mi libro o un capítulo quizás.
Los aviones apenas tardan unas horas,
Las personas, en cambio, tardan leguas de tiempo.
Cruzar el charco, lo llaman.
Atravesar el océano sin billete de vuelta.

Sabía que te volvería a ver, 
pero Buenos Aires se empeña en estar
a demasiadas paradas de metro.
Y el destino es incierto, o eso dicen.

Ayer el avión regresó después de mil mensajes
varias llamadas y unos cuantos paquetes.
Ese Atlántico que no todo lo puede,
te ha dejado en la costa como una botella de cristal.

Y allí estabas, de nuevo, frente al Corte Inglés.
Sin la frente marchita, sin las sienes plateadas.
Febril la mirada, nerviosa la sonrisa,
deseado el reencuentro. 

Pasear por las calles del gótico,
oír tu acento  porteño,
comer un shawarma resolviendo el mundo,
como si a Nasir no le hubieran pasado los años.
Tesoros, momentos que siempre soñé.

No habrá pañuelos cuando vuelvas a irte
porque algún día, alguna tarde,
volveremos a recorrer esas callejuelas
testigos de nuestras horas.
Si será en el río de la Plata o en el Mediterráneo
tan sólo lo sabe el océano que nos separa.



Ultramarinos Bodeler


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