24 de noviembre de 2014

Hórreos






Uno siempre llega jadeando al final de ese endemoniado camino entre montañas.  Los pies protestan cansados de esquivar pedruscos y zarzas, pareciera que están allí con el único fin de  vencer la voluntad del visitante y mantener intacta la soledad de aquel paraje.
En la cima se encuentra la aldea y el sendero se torna calle, pero sólo te ofrece silencio pues hace décadas que fue abandonada. Me gusta subir a pasear entre esas casas vacías, aciagas, a punto de morir ahogadas entre el musgo, amigo íntimo de la niebla que acuna los montes. Los tejados saludan hundidos y con las vigas derrumbadas. Tampoco te sonríe la losa de las paredes que se quebró cuando paró el tiempo y se fue la vida.
Frente a un bosque brujo, se encuentra la antigua casona de mis bisabuelos. Suelo sentarme en la escalera de pizarra de la entrada, tan raída por el tiempo como los recuerdos que se filtran entre las ventanas. Noto como una caricia en la mejilla y un escalofrío pero sigo hipnotizado por las formas fantasmagóricas de los castaños y el silbar de sus ramas al contacto con el viento. En mi cabeza se ha instalado la nostalgia y no pretende pagar el alquiler.
*  *  *  *  *  *  *


Cada vez que viene a pasear por la aldea y se sienta en la escalera de mi casa, me siento junto a él. Sólo le acaricio el rostro porque no puedo abrazarle, ni siquiera puede verme. Parece triste. Me gustaría decirle que, donde él sólo ve abandono, aún habitamos nosotros. Él observa el bosque y yo le observo a él ¡Se parece tanto a su bisabuelo cuando era joven!
A esta hora estoy sola en casa, ya han salido todos a perderse entre el jolgorio de la calle, vestidos de domingo. Hoy hay feria y las casas están engalanadas. La gente se agolpa en la plaza, los tratantes de ganado cierran eufóricos sus contratos junto a los humeantes calderos de pulpo. Los músicos afinan sus instrumentos para dar comienzo al baile y las campanas tañen alegres para anunciar la fiesta a todo el valle.
Pero él sólo observa el bosque y yo sólo le observo a él. Quisiera poder coger su mano ¡Se parece tanto a su bisabuelo cuando nos casamos!


Ultramarinos Bodeler

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