6 de mayo de 2013

Ventana hacia Finisterre



Solía asomarme a media mañana cuando el sol aún estaba a unos cuantos pasos de su cenit, para que no me impidiera ver sus sombras. Pero, costaba verlas. No sé si eran esos gigantescos kilómetros que nos distanciaban o era el cansancio de mi vista, que de tanto aguardarlas, iba perdiendo nitidez.

A media tarde, repetía el ritual. Me sentaba allí, aguardándolas. Algún que otro eco, el recuerdo fugaz de las risas compartidas, una brisa que acariciaba mis cabellos, los aromas a especias y oliva, me hacían creer que estaban cerca, muy cerca de mí. Entonces, extendía mi mano, la abría de par en par, esperando abrazarlas, contenerlas, fundirme con ellas. Pero, la luz comenzaba a escasear y el vacío se tornaba palpable.

Hacía tiempo ya que no las veía, sin embargo, mi mente se las ingeniaba constantemente para recrearlas una y otra vez. Estaban allí, donde las había dejado y donde ellas me habían dejado a mí. Añoraba sus andares, sus decires y sus pensares. Todo aquello compartido y aventurado, que por un buen rato se reveló infinito, a pesar que tiempo después, crudamente conocí su finitud.

A media madrugada, me volvía a asomar. Por si acaso, nomás. Allá en Finisterre era de día y tal vez, se habían animado a emprender el viaje. Debía ser precavida. Una emoción semejante podía terminar de quebrar mi machacado corazón. Así que, jamás bajaba la guardia. Estaba atenta a cada movimiento, a cada sonido que viajaba entre un lado y otro de aquel atlántico mar. Solo era cuestión de esperarlas. O ellas, a mí.


Dedicado con demencial cariño a S. L. y A.

Laurencia Melancolía


5 comentarios:

  1. Que impaciencia por ver los encuentros virtuales y reales. Más bien por vivir éstos últimos.

    En este istmo me parece que estamos varias agazapadas como gatos, buscando, olisqueando cualquier oportunidad de saltar en busca de esos recuerdos que nos trasladen a otras latitudes. Quizá también esperando el sonido de los pasos conocidos en la escalera, el sonido de los aeropuertos a la espera de que aparezca una sonrisa que viene del sur.

    Sabes que pasa cuando la luz empieza a escasear? Que los gatos ven en la oscuridad, y aunque los contornos se difuminen con la distancia, no se pierde la perspectiva, la memoria, ni los olores, ni los sabores... Es más, a veces se intensifican.

    Esta semana sé si habrá viaje atlántico norte-sur o habrá que esperar al trayecto sur-norte. Mil gracias por las referencias, por el relato tan vívido y tan bueno, por la espera paciente.Un beso interoceánimo cercano, infinito y nítido. Cómo no echarte de menos?

    A.

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  2. Muchas muchas gracias A. por tus palabras!!! mágicas,emotivas y tremendamente repletas de amor, de ese que tanto ofrecés en cada uno de tus decires y pensares. Extraño tus tés con canela...espero que pronto esto tenga solución =)

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  3. Este gran océano no ha conseguido desdibujar esta inmensa amistad, construida de recuerdos, de un presente de risas e historias compartidas, de un por-venir infinito. Ojalá nos veamos muy pronto, aquí o allá, nos sentiremos en casa y mucho habrá que disfrutar. Mientras tanto, mil besos y muchísimas gracias por esta cotidianedad mágica que permiten las nuevas tecnologías...no sustituyen un abrazo pero casi...

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  4. Y tanto que aportan las nuevas tecnologías!!!!!!!! cada día, a través de ellas nado y nado unos cuántos km hasta tu orilla =) =) Muchas gracias Yayus por tus palabras!! muchos abrazotes temporalmente virtuales!!!!!!!!! =)

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  5. Que grande el océano Atlántico y que pequeño el espacio de nos separa con las nuevas tecnologías. Una y otra orilla están al lado, si alargamos la mano nos tocamos, seguro!!. Un océano no puede con la amistad.

    S

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