Deseo
de ser punk, novela de Belén Gopegui, nos habla de una búsqueda, de una
desazón, la de una adolescente que ansía formar parte de algo, sentir que
pertenece a un lugar: "Creo que tener 16
años, llamarse Martina y no haber tenido música es un asqueroso desastre. Porque
si la hubiera tenido sentiría que pertenezco a algún sitio, supongo. Tener
música es como tener un código. Y es extraño porque yo creo que sí tengo un
código”.
Martina
encuentra en el Rock las resonancias de ese su código personal; los vasos comunicantes
entre las emociones soterradas y la conexión con el Otro; la caricia de esa
parte “donde nunca nos abrazan”. El
Rock, como si de un guía se tratase, traduciendo todas aquellas palabras no pronunciadas por
desconocidas, todas las emociones ignotas por falta de mapa. El Rock,
inconmensurable, cuando se escucha bien fuerte, nos transporta a ese lugar, sin
coordenadas espacio-temporales, que hace de Johnny Cash e Iggy Pop compañeros
de viajes y naufragios personales, de exultantes alegrías y de rabias
desbordadas: El Rock no conoce las medias tintas.
Deseo
de ser punk, es una novela generacional pero también un espejo de la sociedad
actual donde la crisis deja sin brújula a jóvenes perplejos ante un futuro que
se antoja espejismo. Martina, no solo busca ese “lugar” como trasunto de su
felicidad personal, sino como una forma de rebelarse contra el conformismo que
observa a su alrededor. Y está dispuesta a hacer algo, a no traicionarse, a hacer
oir su voz. Su canción. Quizás nuestra canción:
“There’s nothing in my
dreams/ just some ugly memories/ kiss me like the ocean breeze.” Canta Iggy Pop en Gimme danger.
Martina
escribe en la carta que dirige a su amigo que en esta letra “están nuestras razones, porque ¿cómo puede
ser que alguien que tenga dieciséis años y no le hayan ocurrido grandes
desgracias ni nada especialmente malo y, sin embargo, no haya nada en sus
sueños? Es lo que nos pasa, y no lo saben.
Aunque no sea del todo verdad. No es que la canción diga una mentira, sino que
nadie entiende por qué cantamos. Si de verdad no hubiera nada en nuestros
sueños, estaríamos callados. En cambio, lo decimos, lo estamos diciendo a voces, y eso
es porque nuestro sueño consiste precisamente, y para empezar, en resistir. En
no dejar que nos hundan. En estar aquí, diciendo lo que nos pasa, diciéndolo
con música para que sepan que sabemos, para que sepan que como lo sabemos, como
lo gritamos, como lo cantamos, también vamos a empezar a actuar.”
Viridiana
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