25 de noviembre de 2013

Aquí empieza todo


-    ¡Patxi, Patxi! - gritaba Ainara aterrorizada mientras sus padres paseaban tranquilamente su tarde de vacaciones entre el escarlata brezo salpicado de verde.
 
-      ¡Patxi, Patxi, ven, párate! - Ainara gritaba y corría, corría y gritaba.
Sus padres y hermana Uxue apenas se inmutaron absortos   como estaban en tal excelso atardecer que les regalaba su última tarde estival.
Ainara roja y sin aliento no alcanzaba al pequeño Patxi que cada vez se acercaba más  al acantilado. Los característicos  bufones astures, como chimeneas de roca, expulsaban con gran fuerza las olas, que no temerosas de alturas alcanzaban fácilmente los 20 metros para luego precipitarse pulverizadas en estruenduosa sonata marina. El Cantábrico, con gran virulencia, acompañaba la siniestra melodía, hipnótica para algunas almas sensibles. Patxi se encontraba entre esos seres no inmunes a la majestuosidad de la naturaleza, a su grandeza, a sus misterios. Frenético y con los ojos desorbitados se asomó a la boca del bufón que en ese momento bramaba sin arrojar de sus entrañas agua. Ainara lo miró paralizada. El surtidor se abrió paso y Patxi desapareció entre algas, piedras y océano. Sin duda feliz. No pasaría más vacaciones tediosas con esos dueños grises y vulgares. Echaría  algo de menos a Ainara, en la que atisbó algo de cordura y calidez. Pero al fin tenía la certeza de que era el lugar.
 
-      Aquí empieza todo – se dijo a si mismo.
 
 
 
Viridiana, texto y fotografía
 
 

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