Era
un martes. Aurora se encontraba leyendo la revista Predicciones del mes de
septiembre, mientras el café de su escritorio ya iba alcanzando los 12ºC. De
momento, había sido una mañana tranquila. Pocos usuarios quejosos y altaneros,
ningún macho alfa por el cual valiera la pena entretener su mirada, su jefe
estaba de vacaciones, así que un paseo por el mundo de los astros no venía nada
mal en medio de una mañana que había arrancado bastante aburrida.
Bordeando
las once, fue cuando Vera apareció frente a su escritorio. Acarreada por un
número que en clave de turno la conducía hasta allí, la joven blonda con deje
gruñón se sentó en una de las dos sillas del otro lado del escritorio. Traía
consigo una maraña de papeles, desorden que aludía al estado que tal vez
tendría su habitación o su pelo por las mañanas, según las deducciones de
Aurora (últimamente, su faceta astrológica la hacía establecer relaciones
causa-efecto bastante sospechosas).
Vera
estaba apurada, necesitaba resolver con urgencia unos pagos deudores que tenía
su empresa y Aurora aún necesitaba unos minutos más para aterrizar en el mundo
en el que usualmente moraba. Vera se mostraba impaciente, mientras revolvía los
papeles para dar con una boleta que de momento no aparecía, le pidió a Aurora
si podía imprimirle un detalle del monto adeudado. Tras observar cómo esa joven
poco a poco se iba desfigurando en una niña caprichosa y angustiada ante la
pérdida de un juguete valioso, Aurora dejó a un lado la Predicciones y le
preguntó si además de imprimirle el detalle, quería que le imprimiese una
versión rápida de su carta astral. Le aclaró previamente que a pesar de lo
resumido del formato, traía unos consejos muy útiles para sobrellevar los
karmas cotidianos.
La
intranquilidad de Vera comenzó a acrecentarse. No sólo había dejado en su
despacho la boleta que debía pagar, sino que además, debía lidiar con una
tarotista lunática disfrazada de empleada pública. Sin embargo, le agradeció el
buen gesto, y con un tono de dudable cordialidad le sugirió que le imprimiese
el monto deudor.
Aurora
cumplió las órdenes de la usuaria, le entregó el detalle de la deuda, le indicó
a qué escritorio debía ir a pagarla no sin antes advertirle que intentara
compatibilizar su luna en Tauro con su sol en Acuario y que dejara de invertir
tiempo y energías con ese pisciano que en el fondo, poco la valoraba.
Vera
se levantó con los ojos estupefactos, sujetando bien fuerte la maraña de
papeles que traía consigo, le agradeció tímidamente el consejo y por dentro
pensó: “Pinta medio loca y se nota que al igual que yo, pasa horas en una
oficina que detesta. Pero cuánta razón tiene con respecto al pisciano”.
Laurencia Melancolía
Muy bueno!!!!...
ResponderEliminarMucho por comentar , desde las horas eternamente desgastantes de una oficina a la cual uno detesta y por ello emplea el tiempo navegando por una web interior que la lleva a una a mundos insólitos; hasta la realidad científica y previsible cuando choca con el esoterismo de unos astros predictores...